domingo, 1 de diciembre de 2013

Drogas y cerebro


El cerebro es quizás el órgano del cuerpo humano más complejo de todos. Lo más característico del cerebro es que da forma a nuestras emociones, pensamientos y comportamientos. Para ello las diferentes zonas del cerebro trabajan en equipo, coordinando y realizando funciones específicas. Dentro del cerebro en el sistema límbico es donde se conectan varias estructuras cerebrales que controlan y regulan nuestra capacidad de sentir placer. Ademas el sistema límbico es el responsable de que sintamos ciertas emociones, tanto positivas como negativas. Es en esta zona del cerebro humano donde se halla el mecanismo que al adulterarse con drogas hace que nuestro estado de ánimo pueda cambiar.
 
Todas las drogas piratean el sistema de comunicación del cerebro, puesto que este se pasa la mayor parte del tiempo hablando consigo mismo. Para que funcione bien el cerebro los 100 millones de células nerviosas que lo componen, las neuronas, están continuamente hablando consigo mismas. Para hacer circular la información entre ellas las neuronas se intercambian  unos mecanismos químicos, llamados neurotransmisores. Los neurotransmisores regulan un equilibrio sutil y complejo del que depende el conjunto de las funciones de nuestro cerebro. Cada neurotransmisor tiene su receptor específico en cada neurona de modo que cada receptor sólo enviará el mensaje después de interactuar con el neurotransmisor adecuado.  Entre cada neurona existe un pequeño espacio donde se produce una intensa actividad, este espacio se conoce como sinapsis y aquí es dónde las neuronas se intercambian los neurotransmisores. Los neurotransmisores son las sustancias que están detrás de cada pensamiento y emoción en los procesos de aprendizaje y de la memoria. Actualmente se han descubierto alrededor de 50 neurotransmisores, de los cuales la dopamina resulta crucial en la adicción a las drogas, pero también se sabe que una buena cantidad de ellos afecta a las adicciones. En cualquier caso las hipótesis en torno a la dopamina nos pueden ayudar a estudiar el problema de las drogas de forma más intrínseca y observar como en clave genética las personas que suelen producir menos cantidad de dopamina presentan mayores alteraciones de conducta. Poca dopamina en ciertas áreas pueden desencadenar los temblores y parálisis semejantes del parkinson y mucha da lugar a las alucinaciones y los pensamientos bizarros de la esquizofrenia. Cada vez que un neurotransmisor como la dopamina llega a la sinapsis los circuitos que gatillan el pensamiento y la motivación a la acción son disparados y esparcidos por el cerebro.

Algunas drogas como la heroína y la marihuana tienen una estructura química que imita a la de un neurotransmisor natural, lo cual "engaña" a los receptores permitiendo que se activen las células nerviosas, pero no las activan de la misma forma que los neurotransmisores naturales, haciendo que se transmitan mensajes anómalos a través de la red. Otras drogas como la anfetamina o la cocaína liberan grandes cantidades de neurotransmisores naturales, lo cual trastorna de manera temporal los canales de comunicación cerebrales.  

El núcleo accumbens, en la región del estriato, es considerada como la zona del cerebro  centro del placer, esta zona genera una intensa liberación de dopamina cuando se ingiere cualquier droga, entre 2 y 10 veces superior a la dopamina que se suele liberar normalmente. La dopamina es un neurotransmisor cuyos efectos pueden llevarnos a tomar más droga, este mecanismo, el de querer consumir más drogas, es quizás el primer paso hacia la adicción. Esto se puede entender mejor como la sensación de euforia que producen todas las drogas, lo cual "enseña" a repetir dicho comportamiento.

  La dopamina es  clave de los circuitos de recompensa y placer a los que se asocian las drogas, además se encuentra en regiones del cerebro que regulan el movimiento, las emociones, la cognición y la motivación. Se libera también dopamina mediante el juego compulsivo, la ingesta de alimentos y las actividades sexuales. Obviamente nuestro cerebro no fue diseñado para depender de las drogas, sino para activar sistemas de refuerzo que permitan la actividad sexual y la ingesta de alimentos. En general con todas las drogas la dopamina permanece activa en el cerebro con 300 veces más intensidad que en su estado normal, esto provoca a la larga que, con el abuso de drogas, se rompan los circuitos de dopamina del cerebro. A la larga, con las drogas, el impacto de la dopamina sobre el circuito de gratificación del cerebro se puede volver muy limitado, disminuyendo la capacidad que uno puede tener para sentir cualquier placer.  Los daños cerebrales que esto conlleva son cuadros depresivos y dificultades para la concentración. El individuo que abusa de las drogas necesita consumirlas solamente para que la función de la dopamina vuelva a tener niveles normales en su organismo, pero no sólo eso, sino que además necesita cada vez tomar mayores cantidades de droga para sentir el mismo efecto de euforia, característica que se conoce como tolerancia.  

La recompensa viene definida por el comportamiento y tiene 3 funciones:

1) Buscar algo diferente.
2) Identificar una recompensa.
3) Que se provoque la felicidad.

Otro neurotransmisor cuyos mecanismos se pueden dañar por culpa de las drogas es el glutamato, el cual influye en el circuito de gratificación y la capacidad para aprender y memorizar. De igual manera el uso continuado de drogas puede configurar adaptaciones en nuestros hábitos asentados en nuestra memoria inconsciente. El neurotransmisor que mantiene la adicción es tan potente que las personas, objetos, situaciones y lugares en los que se consumió la sustancia se quedan impresos en la memoria. Esto condiciona que ciertas señales ambientales se asocien con la experiencia de la droga y desaten los mismos sentimientos que se tenían en un contexto en el que anteriormente la droga se solía consumir, por ejemplo en una discoteca, aún cuando la droga no esté disponible. También está sobradamente demostrado como los fumadores, estimulados por el olor del tabaco, no pueden evitar la necesidad de encenderse un cigarrillo. En general la adicción deshace el autocontrol y la capacidad para tomar decisiones saludables mientras domina en la conciencia la necesidad de consumir más drogas.

El toxicómano es el adicto a alguno o varios agentes por los cuales se halla intoxicado. Entre los motivos que hacen al adicto buscar los alcaloides que le enganchen encontramos el miedo al dolor y las ansias de placer. El drogadicto se puede encontrar a gusto bajo los efectos de la sustancia pero el peligro es que a la larga todas las drogas alteran el sistema nervioso causando crisis que muestran síntomas parecidos a la esquizofrenia. No obstante no todo el consumidor de drogas se vuelve adicto con la misma facilidad, ello dependerá de los genes y el contexto social.

Los jóvenes se someten a las drogas en un contexto de grupo y de presión, a menudo no piensan en tomarlas, sólo forma parte de estar con el grupo de amigos. La libertad no tiene sentido si no hay un control voluntario, para que podamos hablar de un control voluntario ciertas zonas del cerebro tienen que funcionar correctamente. El propio libre albedrío depende de él mismo y condiciona el conjunto de la sociedad, gobernada por cerebros individuales.

El significado etimológico de la palabra adicto significa esclavo de una deuda, es una forma de como uno vendía su cuerpo como consecuencia de saldar una deuda.  Uno se hace adicto cuando se da cuenta de que tiene un problema, cuando la adicción se convierte en una razón para sufrir. Uno quiere reducir el consumo total o parcialmente pero no lo consigue. El fenómeno de querer y no poder es el verdadero criterio absoluto de la dependencia. La drogodependencia es un problema médico y comprendiendo los mecanismos de estos desajustes e intentando arreglarlos es como se llegará a la solución del problema. 

Hoy en día nadie suele asociar una conducta anómala al consumo de drogas, es decir, no se trata como un problemas psicológico, sino como una elección individual. La adicción es como un proceso de recompensa no controlado. Porque la adicción es tan grande que sobrepasa a cualquier otra recompensa. En la vida se dan muchos casos en los que un individuo puede elegir entre una recompensa inmediata y una posterior, pero mayor, esta misma analogía es lo que sucede en el consumo de drogas, en el cual se suele elegir la recompensa inmediata. 

En conclusión las drogas, suministradas repetidamente, perturban la manera fundamental de trabajar del cerebro. Si bien la adicción es el resultado del consumo voluntario de sustancias adictivas, la misma no es consecuencia de un comportamiento voluntario, sino que es incontrolable. Las drogas afectan a la motivación y a  zonas del cerebro que controlan las decisiones. El cerebro de un adicto es distinto del no adicto y el uso prolongado de drogas causa cambios en las funciones cerebrales incluso mucho tiempo después de dejar de consumirlas. Por estas razones muchos científicos se atreven a afirmar hoy en día que la adicción es una enfermedad cerebral. Desde que se reconoce que las drogas realizan cambios en los procesos cerebrales el principal tratamiento debe ser revertir y compensar dichas modificaciones.

Información de referencia: Documental drogas y cerebro del canal Odissea.

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