sábado, 20 de abril de 2013

Burocracia el desgobierno impune

La burocracia existió de manera arcaica en Egipto y en Roma, pero fue sobre todo durante el siglo XX cuando la tendencia predominante de los Estados modernos fue a la burocratización. Desde los 10 o los 12 años en Egipto el hombre que no trabajaba en el campo trabajaba en la oficina, el funcionario era el hombre culto y sabio que anotaba inventarios. Las grandes organizaciones que sobrevivieron a la edad media, cuando el oficio empezó a ser relegado, el imperio romano y la iglesia católica, estaban fuertemente burocratizadas. Los problemas planteados por sostener administraciones en grandes escalas tienden a la burocratización de las instituciones que mantienen el aparato estatal. La verdadera cuna de la burocracia moderna fue la monarquía absoluta preburguesa, que mantenía el precario equilibrio entre feudalismo decadente y capitalismo en ascenso. Con Felipe II (1527-1598) se empezó a institucionalizar una creciente burocratización de España. Resurgió el oficio de escribano en el reino pero con tintes negativos debido a la picaresca y con ella los sobornos y la corrupción.

La palabra burocracia proviene del griego -buro, que significa escritorio, y -cracia, que viene a ser gobierno. Hoy en día representa a aquello que entendemos negativamente como el gobierno de las oficinas. Y es que la tendencia actual que ven los teóricos sobre occidente es la excesiva burocratización, típica de una sociedad eminentemente gerencial. Lo cual nos lleva al gran complejo del fetichismo en todos los ámbitos de nuestra economía, en los que el hombre se halla a merced de las cosas, de la mercancía, incluso del dinero; esta consecuencia se conoce como reificación. Esto se entiende porque las relaciones humanas y sociales se objetivan, en cuanto los objetos parecen adquirir el poder y la fuerza de las cosas vivas. El problema aquí es que la apariencia no es sólo apariencia, sino también una parte de la realidad. El fetichismo del Estado y la mercancía está asociado al propio funcionamiento del estado y del mercado. De esta manera el Estado se convierte en un arma de doble filo al ser opresor a la vez que sustentor de la sociedad.

Cuando la tribu o clan empiezan a darse cuenta de que con la división del trabajo aumenta el dominio del hombre sobre la naturaleza y su capacidad de hacer frente a sus necesidades descubrimos los primeros gérmenes de la burocracia que se convierten en el más temprano preludio de una sociedad dividida en clases sociales. En las primeras sociedades burocráticas el administrador está completamente subordinado en el propietario, rasgo que se va atemperando con el paso del tiempo, para amoldar la burocracia a la visión burguesa de igualdad ante la ley.

La visión de la burocracia es grotesca y aterradora, relacionada muchas veces con la ciencia ficción distópica y el totalitarismo político. Otras veces se asemeja lo burocrático a la educación, las costumbres y los requerimientos que son asumibles en una sociedad cuya organización garantice la legalidad y la seguridad jurídica. No obstante, hoy en día, si ponemos en una balanza las connotaciones negativas y positivas que tiene la sociedad sobre la burocracia acaban dominando el concepto general las ideas negativas que se tienen de esta.

Mariano José de Larra (1809-1837) fue uno de los escritores españoles que realizaron una crítica más contundente a la burocracia. En su famosos artículo "Vuelva usted mañana" narra como un ciudadano francés que viene a España a invertir, con la intención de superar unos trámites administrativos en 10 días, acaba homologando sus papeles transcurridos 6 meses por culpa de la lentitud de la burocracia. Larra profundizaba su crítica a la inmovilidad de los funcionarios y sus labores rutinarias, y dejaba dejaba entrever otras razones más profundas, como que estos cuerpos fomaban una casta.

El primer estudioso de la burocracia fue el filósofo max Webber (1864-1920), el cual desarrolló una teoría sistemática sobre la burocracia, señalando sus cualidades a buscar. Según este autor la burocracia es una forma de organización y administración más racional. La burocracia proclama precisión, velocidad, claridad, regularidad, exactitud y eficiencia en las tareas gracias a la supervisión jerárquica, la división de tareas y fijación de la regulación normativa aplicable al caso. Para lograr la legitimación en la organización no es suficiente que alguien detente legítimamente el poder, sino que además hace falta una mínima organización administrativa que permita el ejercicio de ese poder. Con estas premisas Weber articula su teoría de los dominios, entendiendo que hay tres principios de dominación que permiten articular la legitimidad del poder:



A) Dominación carismática: El modelo funciona por la fe ciega en un líder. Si hay una organización administrativa resulta inestable e indeterminada.

B) Dominación tradicional: El status heredado deriva en organizaciones administrativas patrimoniales con resquicios de un sistema feudal, donde los funcionarios dependen de un jefe y están fuertemente vinculados a él.

C) Dominación legal: La ley es el criterio fundamentador del sistema y es independiente del líder o jefe que la haga cumplir.

Bajo estas premisas podemos entender que toda burocracia que ostente una legitimidad formal debe de haber pasado un proceso de desarrollo evolutivo, en el cual de una dominación sistemática se pasa a una tradicional para acabar cerrando el círculo con anclajes legales. Así la administración burocrática se basa en criterios de conocimiento (competencia) para que todo el sistema quede establecido de un modo aparentemente racional.

Mucha gente teme la burocracia, pero lo verdaderamente temible es la descompensación entre quien ejerce una función favorecido por el sistema objetivo y el que se somete a él, siendo protagonista, siguiendo un guión elaborado para realizar una gran superproducción que rente al estado y dé una imagen impenetrable de su poder. Hoy en día es de señalar que sobre todo las trabas burocráticas se dan en los procedimientos, muchos de los cuales están por encima de la capacidad de las propias administraciones.

Con la burocracia la autoridad legal se asenta en un sistema elaborado de normas abstractas establecidas intencionalmente. Los derechos y obligaciones de quién detenta la autoridad se dan en función del poder que ejerce. La persona que obedece la autoridad inconscientemente obedece los preceptos legales, no a quién ostenta el poder. De este modo las obligaciones inherentes a un cargo conllevan el reconocimiento de una autoridad jurídica dotándoles de medios coercitivos para hacer cumplir sus funciones. Cada cargo responde de sus decisiones y acciones ante su superior y responde ante este de la supervisión del trabajo de sus inferiores y asimismo dará cuentas a éste de las tareas propias que tiene encomendadas por razón de su cargo. Pero esta jerarquía de órdenes, intereses y capas administrativas es un legado del estado moderno en el que la burocracia que perpetúa la ficción de igualdad, pero acaba reforzando la desigualdad.

El sistema de empleo dentro del aparato burocrático tendrá en cuenta la antigüedad, la capacidad y los conocimientos técnicos. Sin embargo esta pretensión de que en el saber técnico y especializado hay que buscar el origen del poder burocrático ha sido puesta en cuestión. El manejo de la burocracia como grupo social revela que su poder está más ligado a su fuerte cohesión y al manejo de instrumentos específicos de poder que a su pretendida competencia. En los países capitalistas la burocracia mantiene estrechos lazos y participa de ciertos privilegios de la clase dominante, la burocracia se recluta en diversas clases sociales, esta fragmentada, presenta múltiples estratos y carece de espíritu social. En los países socialistas la burocracia no se fundamenta en la posesión legal, sino en el control real del estado, aunque la burocracia tiene una fuerte cohesión sus integrantes no representan a una clase homogénea, aunque su explotación en régimen de monopolio sea brutal y regresiva.


La jerarquía administrativa permite solucionar los problemas con objetividad, precisión e impersonalidad. A este respecto se observan varias tendencias, como la de aferrarse a un puesto para poder escalar al siguiente o a considerar la burocracia como fuerza neutral , inferior a los intereses de clase o partido.

Los grandes críticos de la burocracia opinan que debemos dejar libre una parte de la humanidad frente a esta parcelación del alma. La burocracia se entiende así como un aparato que va encerrando esferas aparentemente libres de nuestras vidas para categorizarlas en departamentos y subdepartamentos. En la práctica la mayor división social que significa la burocracia se da entre la mayoría de trabajadores que ejercen funciones manuales y una reducida minoría que se especializa en el trabajo mental. Esta máquina es como una jaula que aprisiona el espíritu humano, mutilando la universalidad e impidiendo el desarrollo completo del individuo. La pérdida de personalidad se da con la metamorfosis animal y la pérdida de libertad se virtualiza con una jaula. Cuando las luchas sociales en las sociedades burguesas altamente desarrolladas llegaron a un callejón sin salida fue entonces cuando la jefatura política pasa entonces automáticamente a manos de una burocracia.

El escritor uruguayo Mario Benedetti (1920-2009) narra en muchos de sus poemas el tedio de los burócratas. Aunque el Uruguay de finales de los '50 e inicios de los '60 se rige por las reglas democráticas el país soporta una enorme cantidad de funcionarios públicos. El escritor afirmó que Uruguay es la primera oficina del mundo que ha adquirido la categoría de república. Según su opinión esa vida confortable y esa seguridad convierte a los montevideanos en seres apáticos y conformistas.

La idea de burocracia como laberinto es clave con pasillos interminables, corredores sin fin, despachos y oficinas, montañas que amontonan expedientes que se refieren a múltiples procedimientos. Kafkiano ha sido considerado sinónimo de la despersonalización del individuo del estado burocrático. El imperio austro-burocrático que se daba anteriormente es lo que viene considerándose ahora como socialismo real. El papeleo puede hacer a los ciudadanos a desconfiar de sí mismos y además de su propio destino. De esta forma tenemos una vida libre que no responde a los mandatos legales, sino de costumbres y de principios que provienen de épocas remotas. Esta sería la explicación de como el confucionismo en china ha sobrevivido tantos milenios. En este imperio de los burócratas cada individuo ejerce un oficio de estado y todos los ciudadanos son funcionarios. Cada individuo se define por su función dentro de la maquinaria burocrática, es prescindible e intercambiable con cualquier otro sujeto de su misma jerarquía y su identidad personal carece de trascendencia.